No duermen.
Duenden
con pasos pequeños por el revés de las cosas.
En los bares se dejan
fuman en silencio
mientras delante una vampira en desuso
los execra de antemano.
Los que no duermen tiran de la cuerda
y es el insomnio su única luna
la franela gris traje del día
amenaza neblina esta semana.
Los que no duermen
preparan posavasos para la visita
vasos invisibles
y la sola noche viene
no ánima no father no mother no whisky soda
siquiera un peter pan desorientado.
Los que no duermen
están oblicuos de sí
y eso es lo imperdonable.
martes, 25 de septiembre de 2007
viernes, 21 de septiembre de 2007
LOS QUE DUERMEN
Los que duermen han puesto un cartel:
“Admítense los troncos los proemios
Toda palabra abstrusa en esta casa
No media no cubeta no somero”.
(Los que duermen cuidan que se digne la especie
En sólo nominar a su manera)
Los que duermen
tienen las cosas en anaqueles
cada cosa en su lugar semántico
como un peine oportuno
Mientras yo perro mojado pero hembra
soy mi propio temblor
y los que duermen duermen
y nadie sonsaca nunca esa parte
que espera espera bajo las medusas
Pulpas panes apetitos cuartos
todo es masticado en los espasmos
módicos de los que duermen.
Tengo afasia anorexia si fuera posible
todo junto eso calambre clamores
si partieren clamores
flagrancia
la pena
dije que no duermo y los que duermen
como si nada
nadan
sin océano ni falta
que hace y hasta mejor
es no mojarse para los que duermen.
Duermen
Los que duermen sólo duermen.
“Admítense los troncos los proemios
Toda palabra abstrusa en esta casa
No media no cubeta no somero”.
(Los que duermen cuidan que se digne la especie
En sólo nominar a su manera)
Los que duermen
tienen las cosas en anaqueles
cada cosa en su lugar semántico
como un peine oportuno
Mientras yo perro mojado pero hembra
soy mi propio temblor
y los que duermen duermen
y nadie sonsaca nunca esa parte
que espera espera bajo las medusas
Pulpas panes apetitos cuartos
todo es masticado en los espasmos
módicos de los que duermen.
Tengo afasia anorexia si fuera posible
todo junto eso calambre clamores
si partieren clamores
flagrancia
la pena
dije que no duermo y los que duermen
como si nada
nadan
sin océano ni falta
que hace y hasta mejor
es no mojarse para los que duermen.
Duermen
Los que duermen sólo duermen.
domingo, 16 de septiembre de 2007
CARTA DE MARCOS BLOOM DESDE IBIZA
Amanda mía:
Por favor deja ya de herirme: no me digas más que estoy haciendo el curso de Nightology; ya sabes que mis sentimientos son sinceros y cristalinos como un simple vaso de agua. El scotch es sólo para pasar el tiempo en que no estás.
Además estoy estudiando siete formas para prever la meseta de los cumulonimbos, tesina que terminaré en un par de días, aunque no quedará escrita porque tengo todo en mi mente y ya sabes que en eso no nos parecemos.
Pero en un singular esfuerzo de producción y, aunque, como también sabes, no soy el poeta que tal vez merecieras sino un simple viajero, previa ingesta de un mojito con mi ayudante Jehtro, quise escribirte; pero las musas no me asisten, y debí tomar con el segundo mojito un capítulo de esa novela que me regalaste para el bautismo de mi sobrino nieto (cabría y si no resultara impropio, mi bien, ahora preguntarte por qué para ese acontecimiento me regalaste a mí Rayuela, en lugar del adecuado presente para el párvulo); tomé el capítulo siete, ese que tanto te gusta repetirle a la tía Beba mientras ella cree que es de Migré.
Como pude armé para ti, mi perla amada, estos versos que te envío en botella sellada y sólo tú abrirás cuando las olas los lleven hasta ti:
Un perfume viejo y un silencio
La boca que deseo, la boca
si por primera vez tu boca se entreabriera
soberana
tu boca por debajo
mi mano te dibuja
las bocas se encuentran y luchan tibiamente
la boca llena de flores
o de peces,
de movimientos vivos,
de fragancia oscura
fruta madura
te siento temblar contra mí
y entonces
hago nacer cada vez la boca que deseo
Eso fue todo y me despido, porque Jehtro está poniéndose zapatos con tacos aguja, tan mal ha interpretado mi teoría de que hay que feminizar la nave exploradora. No abras a nadie, vuelvo pronto y sigo esperando el agua. Marcos.
Por favor deja ya de herirme: no me digas más que estoy haciendo el curso de Nightology; ya sabes que mis sentimientos son sinceros y cristalinos como un simple vaso de agua. El scotch es sólo para pasar el tiempo en que no estás.
Además estoy estudiando siete formas para prever la meseta de los cumulonimbos, tesina que terminaré en un par de días, aunque no quedará escrita porque tengo todo en mi mente y ya sabes que en eso no nos parecemos.
Pero en un singular esfuerzo de producción y, aunque, como también sabes, no soy el poeta que tal vez merecieras sino un simple viajero, previa ingesta de un mojito con mi ayudante Jehtro, quise escribirte; pero las musas no me asisten, y debí tomar con el segundo mojito un capítulo de esa novela que me regalaste para el bautismo de mi sobrino nieto (cabría y si no resultara impropio, mi bien, ahora preguntarte por qué para ese acontecimiento me regalaste a mí Rayuela, en lugar del adecuado presente para el párvulo); tomé el capítulo siete, ese que tanto te gusta repetirle a la tía Beba mientras ella cree que es de Migré.
Como pude armé para ti, mi perla amada, estos versos que te envío en botella sellada y sólo tú abrirás cuando las olas los lleven hasta ti:
Un perfume viejo y un silencio
La boca que deseo, la boca
si por primera vez tu boca se entreabriera
soberana
tu boca por debajo
mi mano te dibuja
las bocas se encuentran y luchan tibiamente
la boca llena de flores
o de peces,
de movimientos vivos,
de fragancia oscura
fruta madura
te siento temblar contra mí
y entonces
hago nacer cada vez la boca que deseo
Eso fue todo y me despido, porque Jehtro está poniéndose zapatos con tacos aguja, tan mal ha interpretado mi teoría de que hay que feminizar la nave exploradora. No abras a nadie, vuelvo pronto y sigo esperando el agua. Marcos.
domingo, 2 de septiembre de 2007
LAS NUBES (O HIPOTESIS SUSTITUTIVA DEL FRACASO)
Recortada en el río hay una mesa sola con dos sillas y una taza de café. Hubo dos que no están. Dónde fueron es algo que nadie sabe.
Una nube es un lugar posible. Son sólo partículas de agua difusas y pequeñas.
En la playa de barro hay un pájaro de cabeza roja. Y recuerdo: soñé ayer y en el sueño había tres pájaros en una jaula, dos grises y uno de cabeza roja, semienvuelto en una tela gris, que huía de la jaula y en el escape perdía una pata. La sangre me manchaba y yo veía la pata en el piso y te llamaba a gritos. La casa era oscura; era, creo, mi casa paterna y estaban, con esa presencia invisible de los sueños, mi madre y mi tía.
Ahora mi hija me saluda desde el bar y sé que vivo en un relato, una ficción que otro está escribiendo de la que no podré salir. Mi personaje es una mujer oscura. Un artificio. Un médano descendente sin final. No puedo huir porque si lo hago perderé una pata y habrá tanta sangre que deberé nadar horas, sin orilla, sin pausa.
En unos días dejaré de hablar porque mi voz me es desconocida. Es de otra o soy otra que no es la de mi voz.
Lo mejor es que soy un barco y lo peor es que soy también la vela, entonces no descanso, no se duerme aquí en esta intemperie.
A la noche empezaré a pensar que he fracasado. Pero entonces quedará sólo huesos.
O mejor: esperaré sentada en mi propia cubierta la hora en que el débil celofán de estrellas se deslice hasta el cielo de lugares de noche y sea ahí la noche y sobre mí el día, la luz ignita en que izaré la vela y el viento me dará en la cara trayéndome las palabras que habías dicho cuando estábamos en esa mesa y tomabas café y yo nada para que nada me distrajera de tus palabras, anticipando tu actual estadía en la nube vedada.
Una nube es un lugar posible. Son sólo partículas de agua difusas y pequeñas.
En la playa de barro hay un pájaro de cabeza roja. Y recuerdo: soñé ayer y en el sueño había tres pájaros en una jaula, dos grises y uno de cabeza roja, semienvuelto en una tela gris, que huía de la jaula y en el escape perdía una pata. La sangre me manchaba y yo veía la pata en el piso y te llamaba a gritos. La casa era oscura; era, creo, mi casa paterna y estaban, con esa presencia invisible de los sueños, mi madre y mi tía.
Ahora mi hija me saluda desde el bar y sé que vivo en un relato, una ficción que otro está escribiendo de la que no podré salir. Mi personaje es una mujer oscura. Un artificio. Un médano descendente sin final. No puedo huir porque si lo hago perderé una pata y habrá tanta sangre que deberé nadar horas, sin orilla, sin pausa.
En unos días dejaré de hablar porque mi voz me es desconocida. Es de otra o soy otra que no es la de mi voz.
Lo mejor es que soy un barco y lo peor es que soy también la vela, entonces no descanso, no se duerme aquí en esta intemperie.
A la noche empezaré a pensar que he fracasado. Pero entonces quedará sólo huesos.
O mejor: esperaré sentada en mi propia cubierta la hora en que el débil celofán de estrellas se deslice hasta el cielo de lugares de noche y sea ahí la noche y sobre mí el día, la luz ignita en que izaré la vela y el viento me dará en la cara trayéndome las palabras que habías dicho cuando estábamos en esa mesa y tomabas café y yo nada para que nada me distrajera de tus palabras, anticipando tu actual estadía en la nube vedada.
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