En el último banco de la clase
ella escribe
una indicación breve
que él nunca cumplirá porque
debe llegar antes de que salga el tren.
Pero lleva la carta en el bolsillo
y deja en su lugar
un chocolate.
jueves, 28 de junio de 2007
miércoles, 27 de junio de 2007
domingo, 24 de junio de 2007
EL BIOGRAFO
Carlos Arcuri se acomoda en el asiento del avión y repasa la historia de Akaki Akakievich. En la décima línea de la página cuarenta y cuatro hay un insecto aplastado. Sacude el libro, el insecto cae al vacío desde la A mayúscula.
En San Petersburgo consigue, con gran esfuerzo idiomático, una habitación con ventana a la calle. A la noche sueña con Akaki Akakievich; lo ve de espaldas, con un sobretodo como el suyo. Después del desayuno pregunta al conserje por la casa de Gogol. Aunque supone que va a darle un plano –como lo había hecho el jefe de redacción dos días antes-, el conserje lo acompaña hasta una calle empedrada y caminan en silencio hasta una casa. El conserje se despide. Arcuri toca el picaporte y la puerta se abre.
Sentado frente a una mesa, de espaldas, apenas iluminado, Gogol escribe. Arcuri se alegra de su buena suerte. Volvería con el artículo pero escrito por el mismo Gogol.
Le explica. Gogol acepta, cortés, con la condición de que Arcuri colabore con su cuento, una historia sobre un hombre común: un copista con un sobretodo.
El cronista pregunta y Gogol contesta sin dobleces. Arcuri está muy a gusto, pesar de lo húmedo y frío de la habitación. Tiene la extraña sensación de ser habitado por el copista, de que, sin saber por qué, él es Akaki Akakievich. Eso, sin que sepa por qué, lo alivia.
Akaki Akakievich tose y agoniza en su cama y Arcuri empieza a toser también.
Gogol pregunta si le molesta el humo. Arcuri, sin dejar de toser, mueve el dedo índice como si fuera un péndulo invertido.
La habitación se torna un campo de niebla en el que es difícil respirar. Tampoco puede verse ya la silueta de Gogol.
Cuando la policía de San Petersburgo entra en la casa de Gogol, encuentra el cuerpo de un hombre con un pasaporte de un país sudamericano.
En San Petersburgo consigue, con gran esfuerzo idiomático, una habitación con ventana a la calle. A la noche sueña con Akaki Akakievich; lo ve de espaldas, con un sobretodo como el suyo. Después del desayuno pregunta al conserje por la casa de Gogol. Aunque supone que va a darle un plano –como lo había hecho el jefe de redacción dos días antes-, el conserje lo acompaña hasta una calle empedrada y caminan en silencio hasta una casa. El conserje se despide. Arcuri toca el picaporte y la puerta se abre.
Sentado frente a una mesa, de espaldas, apenas iluminado, Gogol escribe. Arcuri se alegra de su buena suerte. Volvería con el artículo pero escrito por el mismo Gogol.
Le explica. Gogol acepta, cortés, con la condición de que Arcuri colabore con su cuento, una historia sobre un hombre común: un copista con un sobretodo.
El cronista pregunta y Gogol contesta sin dobleces. Arcuri está muy a gusto, pesar de lo húmedo y frío de la habitación. Tiene la extraña sensación de ser habitado por el copista, de que, sin saber por qué, él es Akaki Akakievich. Eso, sin que sepa por qué, lo alivia.
Akaki Akakievich tose y agoniza en su cama y Arcuri empieza a toser también.
Gogol pregunta si le molesta el humo. Arcuri, sin dejar de toser, mueve el dedo índice como si fuera un péndulo invertido.
La habitación se torna un campo de niebla en el que es difícil respirar. Tampoco puede verse ya la silueta de Gogol.
Cuando la policía de San Petersburgo entra en la casa de Gogol, encuentra el cuerpo de un hombre con un pasaporte de un país sudamericano.
sábado, 23 de junio de 2007
DERECHO DE REPLICA
La muerte llega en un barco puntual.
Uno ve su presencia a destiempo.
He dejado de ser una mujer.
Me veo
macrocéfala, oscura
ojos inyectados en sangre verde.
Ergo
he dejado de ser de este mundo.
La muerte está aquí esta madrugada
a mi lado
en el cuarto de paredes austeras
y un cuadro en el que danzan parejas sin rostro.
Me deja esta señora un cubo negro
con su signatura de tinta indeleble
su huevo vacío y otros artilugios
los hermanos perdidos en esclusas malolientes.
Déjelo aquí, lo acepto.
Pero sepa, señora:
hoy he visto
un hombre que tiraba de su carro
con huevos y botellas de miel
todas dispuestas
equidistantes
doradas, simples.
Y supe una vez más que el mundo
es extremadamente bello.
Nosotros
los que caducamos cuando ud. lo dispone
podemos verlo
la belleza nos pega en la cara
algunos días es así todo el tiempo.
Quédese entonces con su eternidad.
Nos fue dado eso y preferimos.
Completo su formulario sin reservas.
Un niño que nace entre enfermeras blancas
la leche las lágrimas la miel los abrazos
el olor de la piel
los libros abiertos a la luz de una lámpara
las sábanas
las ofrendas al mar
los lejanos
todo eso no puede llevárselo, señora.
Permanece en el río que no cesa.
Aunque yo ya no esté
aunque todos los que estamos hoy no estemos.
Uno ve su presencia a destiempo.
He dejado de ser una mujer.
Me veo
macrocéfala, oscura
ojos inyectados en sangre verde.
Ergo
he dejado de ser de este mundo.
La muerte está aquí esta madrugada
a mi lado
en el cuarto de paredes austeras
y un cuadro en el que danzan parejas sin rostro.
Me deja esta señora un cubo negro
con su signatura de tinta indeleble
su huevo vacío y otros artilugios
los hermanos perdidos en esclusas malolientes.
Déjelo aquí, lo acepto.
Pero sepa, señora:
hoy he visto
un hombre que tiraba de su carro
con huevos y botellas de miel
todas dispuestas
equidistantes
doradas, simples.
Y supe una vez más que el mundo
es extremadamente bello.
Nosotros
los que caducamos cuando ud. lo dispone
podemos verlo
la belleza nos pega en la cara
algunos días es así todo el tiempo.
Quédese entonces con su eternidad.
Nos fue dado eso y preferimos.
Completo su formulario sin reservas.
Un niño que nace entre enfermeras blancas
la leche las lágrimas la miel los abrazos
el olor de la piel
los libros abiertos a la luz de una lámpara
las sábanas
las ofrendas al mar
los lejanos
todo eso no puede llevárselo, señora.
Permanece en el río que no cesa.
Aunque yo ya no esté
aunque todos los que estamos hoy no estemos.
jueves, 21 de junio de 2007
SON SIETE LOS MARES, SIN CONTAR LAS ISLAS
cómo hago corazón con esta ausencia
de los que no están
cómo puedo si el tiempo es la verdad que huye
mi único recurso
saber que están
soles que me asisten
soy tan oscura que me da miedo
soy esa inconsistencia que adjudico a recagno
busquemos un punto de apoyo
porque nadie moverá el mundo
el mundo es infinitamente cruel
lo es todo el tiempo
cuando hablamos de Marruecos ante un tipo
que cobra quinientos pesos
cuando un tipo cobra quinientos pesos
y hablamos de pilates
por suerte el sufrimiento no me impide
ver a los que sufren frío, hambre, desamor, ausencia
desaparece un testigo
nadie es testigo de él
y ahora que hacemos
pilates y teatro y cremas hidratantes
analgésicos curitas para el alma que enferma
la escritura es mi único recurso
te diría
mi única posibilidad
de los que no están
cómo puedo si el tiempo es la verdad que huye
mi único recurso
saber que están
soles que me asisten
soy tan oscura que me da miedo
soy esa inconsistencia que adjudico a recagno
busquemos un punto de apoyo
porque nadie moverá el mundo
el mundo es infinitamente cruel
lo es todo el tiempo
cuando hablamos de Marruecos ante un tipo
que cobra quinientos pesos
cuando un tipo cobra quinientos pesos
y hablamos de pilates
por suerte el sufrimiento no me impide
ver a los que sufren frío, hambre, desamor, ausencia
desaparece un testigo
nadie es testigo de él
y ahora que hacemos
pilates y teatro y cremas hidratantes
analgésicos curitas para el alma que enferma
la escritura es mi único recurso
te diría
mi única posibilidad
miércoles, 20 de junio de 2007
MANIFIESTO CON FALLIDA CONJUGACION
Señoras del barrio, oíd: no barran hojas.
¿Es que no entienden que el caos rige el universo?
¿Es que no entienden que el caos rige el universo?
EL VIAJERO
busca asilo lejos
del púlpito rojo
en que cada palabra le envenena la sangre
pasos fallidos
arde la boca
llena de sal
entonces el agua
está ahí
y hay un borde posible
donde antes
sólo el abismo
del púlpito rojo
en que cada palabra le envenena la sangre
pasos fallidos
arde la boca
llena de sal
entonces el agua
está ahí
y hay un borde posible
donde antes
sólo el abismo
martes, 5 de junio de 2007
EL ARMISTICIO
En el sillón de la sala
junto a la ventana
lo atravesó una sombra oblicua
una momentánea imposibilidad de olvido.
El precio de los cigarrillos había aumentado.
Cuando entró al bar sonaba Don’t sing me the blues.
Buen presagio.
El humo ascendía en volutas constantes.
El saxo empezaba a disparar Les feuilles mortes.
A esa hora era previsible.
Chet en esas espirales negras.
Recontó dos billetes
extendiéndolos sobre una quemadura del mantel.
Conocía muy bien el itinerario
las frases inútiles
las flores amarillas del empapelado.
Quiso decirle que no era él.
Que el tipo que esperaba nunca había venido.
Empezaba a sonar First song for Ruth y ella reía.
Se despidió y salió del bar.
Pensó que todavía era temprano para prescindir del suéter.
junto a la ventana
lo atravesó una sombra oblicua
una momentánea imposibilidad de olvido.
El precio de los cigarrillos había aumentado.
Cuando entró al bar sonaba Don’t sing me the blues.
Buen presagio.
El humo ascendía en volutas constantes.
El saxo empezaba a disparar Les feuilles mortes.
A esa hora era previsible.
Chet en esas espirales negras.
Recontó dos billetes
extendiéndolos sobre una quemadura del mantel.
Conocía muy bien el itinerario
las frases inútiles
las flores amarillas del empapelado.
Quiso decirle que no era él.
Que el tipo que esperaba nunca había venido.
Empezaba a sonar First song for Ruth y ella reía.
Se despidió y salió del bar.
Pensó que todavía era temprano para prescindir del suéter.
lunes, 4 de junio de 2007
HORMIGAS
Hormigas I
Pude verlo
a través del ojo de buey.
Olor a ácido fórmico
emanaba de los objetos.
Nube rojiza de insectos silenciosos
más profusa en horas de la tarde
(un sobrevuelo que
mucho después
interpreté como un presagio).
Avanzó hasta la proa.
Se internó en el agua.
Dejó atrás tres estelas breves.
El lodo lo cubrió hasta las rodillas
permaneció
inmóvil
ante la antigüedad del río.
El día siguiente tuve fiebre.
Es tarde, dijeron.
Esperaban dos tías y un mantel a cuadros.
Regresé.
Tomé el té rápidamente.
En la ducha
el agua olía a ácido fórmico.
Hormigas II
Inclinaba apenas la cabeza hacia la izquierda
buscando la parte de la hoja oculta.
Una mujer
de peinado abovedado
revisaba por octava vez el contenido de su cartera.
Otra
con dos niños demasiado abrigados.
El resto de los pasajeros
una presión intermitente sobre el cuerpo.
Al día siguiente, el tren se retrasó siete minutos.
Pude verlo
a través del ojo de buey.
Olor a ácido fórmico
emanaba de los objetos.
Nube rojiza de insectos silenciosos
más profusa en horas de la tarde
(un sobrevuelo que
mucho después
interpreté como un presagio).
Avanzó hasta la proa.
Se internó en el agua.
Dejó atrás tres estelas breves.
El lodo lo cubrió hasta las rodillas
permaneció
inmóvil
ante la antigüedad del río.
El día siguiente tuve fiebre.
Es tarde, dijeron.
Esperaban dos tías y un mantel a cuadros.
Regresé.
Tomé el té rápidamente.
En la ducha
el agua olía a ácido fórmico.
Hormigas II
Inclinaba apenas la cabeza hacia la izquierda
buscando la parte de la hoja oculta.
Una mujer
de peinado abovedado
revisaba por octava vez el contenido de su cartera.
Otra
con dos niños demasiado abrigados.
El resto de los pasajeros
una presión intermitente sobre el cuerpo.
Al día siguiente, el tren se retrasó siete minutos.
domingo, 3 de junio de 2007
INFORME DE AMANDA EN EL PARQUE TEMATICO MARINO
*El pez persigue una burbuja que desaparecerá en tres segundos.
*Con la serenidad de un buñuelo el comensal pide sopa de hipocampo. Muy bien, le dice el mozo que usa moño como cualquier mozo. Vuelve con una sopa espesa que parece de berenjenas pero es de hipocampo. Entonces el hombre de la mesa dice:
“-Disculpe pero el pan está algo húmedo”. “-Es que afuera está lloviendo”, le contesta el mozo. -“Tiene razón, no hay problema entonces”, dice el hombre y hunde la cuchara en el plato. Moraleja: el hombre no piensa cuántos hipocampos insume la sopa de su almuerzo. Conclusión forzosa: si ese hombre escribiera, su relato tendría olor a viejo, como el pan.
*Los delfines no forman parte de la fauna marina. Son de látex y fueron diseñados por el japonés Sakura Cho en 1943 para los espectáculos de acrobacia acuática en miniatura, por encargo del primer ministro Hideki Tojo, que alternaba esta afición con el badminton. En 1998 fueron reemplazados por tamagotchis water proof, pero ante el estrepitoso fracaso, se volvió al diseño original, que adaptó su tamaño y se produjo en serie para el mercado occidental.
*Con la serenidad de un buñuelo el comensal pide sopa de hipocampo. Muy bien, le dice el mozo que usa moño como cualquier mozo. Vuelve con una sopa espesa que parece de berenjenas pero es de hipocampo. Entonces el hombre de la mesa dice:
“-Disculpe pero el pan está algo húmedo”. “-Es que afuera está lloviendo”, le contesta el mozo. -“Tiene razón, no hay problema entonces”, dice el hombre y hunde la cuchara en el plato. Moraleja: el hombre no piensa cuántos hipocampos insume la sopa de su almuerzo. Conclusión forzosa: si ese hombre escribiera, su relato tendría olor a viejo, como el pan.
*Los delfines no forman parte de la fauna marina. Son de látex y fueron diseñados por el japonés Sakura Cho en 1943 para los espectáculos de acrobacia acuática en miniatura, por encargo del primer ministro Hideki Tojo, que alternaba esta afición con el badminton. En 1998 fueron reemplazados por tamagotchis water proof, pero ante el estrepitoso fracaso, se volvió al diseño original, que adaptó su tamaño y se produjo en serie para el mercado occidental.
CARTA DE MARCOS BLOOM DESDE MARACAIPE, PER.
Amor mío:
Espero disculpes todo este tiempo en que no te he escrito. No pienses, mi pétalo, que he estado Fiesta, barco, Ibiza y JB, ni mucho menos, es que tuve algunos inconvenientes que, no puedo negar, debe atribuirse a mi impericia en el manejo de los kayaks.
Estábamos en Maracaîpe, hasta allá nos había llevado el último rastreo de las coordenadas, que indicaba un 99% de probabilidad de tornado en el estado de Pernambuco. Había pasado tres días desde el que fijáramos, estábamos en el punto de epicentro y nada sucedía según lo calculado. Cielo estrellado, poco cambio de temperatura.
Entonces con Jehtro alquilamos unos kayaks para solazarnos con el tortuoso oleaje maracaipense. Como bien sabes, Amanda, no soy diestro conductor de estas embarcaciones minúsculas, por lo que debí envalentonarme con un par de on the rocks y llevar una ración de repuesto en la minipetaca. El mar estaba encrespado como tú en las horas nocturnas, y Jehtro avanzó con su kayak mar adentro. Yo empecé a remar desde la playa, sin demasiada velocidad pero con gracia, serenamente, mientras pensaba en tu pelo rizado. Sigue rizado tu pelo, Amanda? O, creyéndome ingrato, lo sometiste a alguno de los tratamientos que he descalificado, sin éxito por cierto? Bueno, ya lo sabré.
Así íbamos, cuando de pronto vi una ola inmensa en el horizonte que venía hacia nosotros. Jehtro me daba instrucciones a los gritos pero yo no escuchaba lo que decía, entonces le hice saber, también a los gritos, que mi panorama no era óptimo, todo eso salpicado de vocablos soeces y escatológicos que voy a ahorrarte en honra a tu femineidad.
En resumen, la ola dio vuelta mi kayak devolviéndome a la playa. Quedé semienterrado en la arena, me dolía cada uno de los huesos, incluso todas las falanges, se había terminado el caballito blanco y no tenía fuerzas para ir hasta la camioneta.
Cuando Jehtro volvió me llevó hasta un nosocomio del lugar, donde me practicaron primeros auxilios.
Todo eso me aconteció en la ausencia que debes atribuir (conozco tu afiebrada imaginación) a embates menos concretos y más veleidosos.
Llevo un regalo para ti, unos aretes en forma de corazón, de un material facetado, color rosa pastillita punch, que tanto te gusta. Tienen la particularidad, además, si uno los mira bien y los sabe ubicar, que con los ganchos se forma un tercer corazón, porque en estas cosas, Amanda, como en todo, no hay dos sin tres. Sigo esperando el agua. Vuelvo pronto. Marcos.
Espero disculpes todo este tiempo en que no te he escrito. No pienses, mi pétalo, que he estado Fiesta, barco, Ibiza y JB, ni mucho menos, es que tuve algunos inconvenientes que, no puedo negar, debe atribuirse a mi impericia en el manejo de los kayaks.
Estábamos en Maracaîpe, hasta allá nos había llevado el último rastreo de las coordenadas, que indicaba un 99% de probabilidad de tornado en el estado de Pernambuco. Había pasado tres días desde el que fijáramos, estábamos en el punto de epicentro y nada sucedía según lo calculado. Cielo estrellado, poco cambio de temperatura.
Entonces con Jehtro alquilamos unos kayaks para solazarnos con el tortuoso oleaje maracaipense. Como bien sabes, Amanda, no soy diestro conductor de estas embarcaciones minúsculas, por lo que debí envalentonarme con un par de on the rocks y llevar una ración de repuesto en la minipetaca. El mar estaba encrespado como tú en las horas nocturnas, y Jehtro avanzó con su kayak mar adentro. Yo empecé a remar desde la playa, sin demasiada velocidad pero con gracia, serenamente, mientras pensaba en tu pelo rizado. Sigue rizado tu pelo, Amanda? O, creyéndome ingrato, lo sometiste a alguno de los tratamientos que he descalificado, sin éxito por cierto? Bueno, ya lo sabré.
Así íbamos, cuando de pronto vi una ola inmensa en el horizonte que venía hacia nosotros. Jehtro me daba instrucciones a los gritos pero yo no escuchaba lo que decía, entonces le hice saber, también a los gritos, que mi panorama no era óptimo, todo eso salpicado de vocablos soeces y escatológicos que voy a ahorrarte en honra a tu femineidad.
En resumen, la ola dio vuelta mi kayak devolviéndome a la playa. Quedé semienterrado en la arena, me dolía cada uno de los huesos, incluso todas las falanges, se había terminado el caballito blanco y no tenía fuerzas para ir hasta la camioneta.
Cuando Jehtro volvió me llevó hasta un nosocomio del lugar, donde me practicaron primeros auxilios.
Todo eso me aconteció en la ausencia que debes atribuir (conozco tu afiebrada imaginación) a embates menos concretos y más veleidosos.
Llevo un regalo para ti, unos aretes en forma de corazón, de un material facetado, color rosa pastillita punch, que tanto te gusta. Tienen la particularidad, además, si uno los mira bien y los sabe ubicar, que con los ganchos se forma un tercer corazón, porque en estas cosas, Amanda, como en todo, no hay dos sin tres. Sigo esperando el agua. Vuelvo pronto. Marcos.
EL MONO QUE PIENSA
Todo es mentira
todo
es mentira la repartición a la que asisto
es mentira que hablamos que nos escuchamos
es mentira que somos sujetos sociales.
Mienten los aniversarios
las conjugaciones correctas mienten
los ajustes semánticos no dicen la verdad
mienten los vendedores las ofertas mienten los colegios
y las directoras.
Es cierta la pasión.
Es cierta la inutilidad de la pasión.
Es fatal e irrenunciable.
Es verdad que no hay tristeza más triste que un hombre
que lucha contra su deseo.
Son ciertos los ojos y las ventanas al río.
La soledad es cierta.
Es cierta la lluvia que cae en tu pelo olvidado
mientras escribo palabras difusas
que nadie leerá nunca
porque es mentira también
que haya alguien del otro lado.
todo
es mentira la repartición a la que asisto
es mentira que hablamos que nos escuchamos
es mentira que somos sujetos sociales.
Mienten los aniversarios
las conjugaciones correctas mienten
los ajustes semánticos no dicen la verdad
mienten los vendedores las ofertas mienten los colegios
y las directoras.
Es cierta la pasión.
Es cierta la inutilidad de la pasión.
Es fatal e irrenunciable.
Es verdad que no hay tristeza más triste que un hombre
que lucha contra su deseo.
Son ciertos los ojos y las ventanas al río.
La soledad es cierta.
Es cierta la lluvia que cae en tu pelo olvidado
mientras escribo palabras difusas
que nadie leerá nunca
porque es mentira también
que haya alguien del otro lado.
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