Ella llegaba antes.
Siempre a las seis.
Esperaba
columpiaba en un risco imaginario
la redaba el mismo haz
desliz fizz fizz- clac.
El se deslizaba
en la ciénaga ella.
Ella era su propio alud. Peñascos de ella dentro de ella.
En cuanto a él, bueno,
él habitaba un páramo transido de conejos de felpa.
Nada era dicho y todo a la vez.
Había el segundo fugaz del contacto
una humedad de selva.
Después dos abismos donde cada uno caía en sí dentro de sí.
La vuelta a la cabina.
El
toalla purpurina en el pelo
Solo.
Sus licores malla húmeda.
Ella
Algodones
maquillaje
durmiendo entre antílopes
y platos de sopa.
He dicho habían olvidado las palabras.
Tensión y distensión.
Travesaño equilibrio
Una sierpe invisible del aire.
(No hacía falta mirarnos para saber el instante del salto.)
Pero algunos cauces exceden
El río invernal.
Entonces
él viajó
Tomó nota estricta de acontecimientos del mundo
Sólo para ella.
Ella esperaba a las seis
Que se sésamo abriera
La veta por donde veía
La génesis del tiempo.
El compró una botella con tierra
Pequeña calicata envasada
En un puesto típico
Con un cartel que decía
Puente colgante.
Lo dejó en la cabina entre maquillajes
con una fecha que aún
no había llegado.
Al día siguiente a las seis
El entremés silencioso y las redes.
He dicho todo esto
En papel tisú.
No conviene mojarlo.
P.D: No olvidar alicate anteojos
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario