domingo, 15 de mayo de 2011

LOS VIAJES DEL AGUA

A propósito de Buceo, de Edgardo Zotto, Mansalva, 2010.

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Bucear en los poemas de EZ y volver al mundo exterior, a la atmósfera seca, nos deja esa suave tristeza del final de los viajes, porque hay algo allí que se escurre todo el tiempo. Escurrir en su acepción de deslizar, escabullirse.

En algunos parajes no hay semántica posible. Como Abstracto/Concreto. No se trata de lo que nombra, porque es más lo que calla que lo nombrado.

Se dice que escribir es un intento de cercar. Los poemas serían, entonces, un cerco de palabras. Pero cuando Zotto cerca, se a-cerca, y cuando parece que algo ha quedado cercado, allí es donde se va, se pierde. Un viaje del agua. Todo está fluyendo y corriendo y perdiéndose en los cauces que dispone.

Pierde la luz de lo soñado en la oscuridad de la vigilia.

Todo se pierde en los pliegues del lenguaje como en Bien pudo ser Islandia: Nada que decir y dice, callando, todo.

La memoria es también un intento de cercar eso que corre. Es piadoso: nos da una clave en el epígrafe, nos avisa: no hay manera posible, sólo es bucear, todo es maleable materia del olvido. Nos deja a salvo de su otra obsesión: que algo se fije en la memoria, nos exonera (quiere hacerlo) de su dolor. Sin embargo, todavía duele en estos poemas el olvido porque todo lo quisiera en la memoria: Creo que estuve ahí /pero no estoy seguro.

En esta sumersión uno va completo, porque hay un océano en lo que calla.

Calla, es decoroso. Y sin embargo, Zotto no decora. Su poesía no es vistosa, no se viste de nada. Nada. Con nosotros nada, despoja. No talla, no estalla, persiste hasta encontrar el jugo de la piedra.

El autor no está, se desdibuja para dejar lugar al espesor de la imagen. Puede adivinarse en la nostalgia de Tiempos, un poema atemporal, otra vez ese leve sarcasmo, decir pero no decir, tiempo pero atemporal

Cuando el autor está, lo vemos situado en un lugar que, como dice Fernando Cabrera, está después: estrellas/ de roja levedad/ de lisísima trama. Su poesía es sin edad, es también una predicción estética.

Está también su vitalidad, como cuando busca un signo de lo vivo en el grillo insomne.

Y lo vemos invisible en la despedida, Buceo, un raro palíndromo, nos deja ir con la estela de lo nuevo.

Buceo es un viaje a las profundidades a las que uno siempre querrá volver.

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