Oh Dios, oh Venus, oh Mercurio/patrón de los ladrones/préstame una tiendita de tabaco,/o instálame en alguna profesión/ que no sea esta maldita profesión de escribir/donde uno necesita su cerebro todo el tiempo.
Ezra Pound, "La isla en el lago"
Venecita nunca entendió la tozudez de Amanda en sacrificar el té con sus amigas para dedicar ese tiempo a la confección de crónicas que nadie lee, sólo publicadas por una revista del corazón y sin contraprestación económica.
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