viernes, 16 de noviembre de 2007

LA LIBERTAD (RECUENTO III)

Bibliorato de fianzas, embargos y copias de poderes. Protocolos de audiencias de vista de causa. Las pestañas. El viento de ese día. El posible silencio. Las velas. El anclaje de sí en las tormentas de nieve.
Había perdido la ternura, la amable cortesía de las criaturas de la casa del espejo.
Los hombres no lloran pero sí las mujeres. Es decir que tenía su charco de lágrimas.
Pero en la primera luz de su día oficina vio a través del parabrisas sucio una nube, una sola nube recortada. Vio nítidamente su extraña felicidad, su itinerario seguro.
Supo así que era libre. Nadó dichosa en esa certeza.
La soledad tuvo al fin su mínima kermesse y la invitaba a una danza leve.
Estacionó lo mejor que pudo. Tenía que pasar por el cajero sin falta.

1 comentario:

verbario dijo...

La libertad, en esos betweens, esos segundos de certeza, efímeros por cierto.

Un abrazo, Amanda.