domingo, 12 de agosto de 2012

Sobre Rumania Santa Isabel, de Marcelo Cutró


Hablar de la filiación poética del autor, si es surrealista o neobarroco o neobarroso, si hereda de Perlongher o de Pizarnik, es un debate que dejo para la crítica literaria, en primer lugar, porque no lo soy. Pero además porque descreo de esa arqueología de los cánones estéticos. No parece que los manteles blancos flameando (p . 33) o la noche que es una sábana antigua permitan encasillar al poeta en la mirada surrealista. Su escritura de trazo minuciosamente depurado, cincelado, transgrede ese etiqueta.

La singularidad de este libro en la poética de Cutró es la incursión en la prosa poética, dado que está dividido en dos poemas compuestos por módulos formales a modo de montaje de escenas.

Hay una unión secreta y silenciosa entre los dos poemas, Rumania y Santa Isabel, que el lector va develando en cada vuelta de página; a medida que desviste su poesía comienza a entrever el nudo. Y si en Espina de agua, el poemario anterior, el elemento dominante es el agua, en Rumania Santa Isabel lo es el fuego. En ese sentido, Espina de agua funciona como un presagio de este nuevo libro en tanto define que somos/el fondo de un relámpago amarillo/ un nudo de fuego (p. 67.), porque Rumania es nudo de fuego. Además del fuego, en Espina de agua hay otro anticipo: allí donde Llueve intensamente y El cielo es rosa, el poeta nos ubica: Esto sucede en otro lado. Y Rumania Santa Isabel se construye un espacio que sucede en otro lugar, algo como ese tiempo que en aquella canción de Fernando Cabrera, está después.



El primer poema es Rumania, que se inaugura con soldados entrando en el callejón Ronsin. Nos lleva así a una calle parisina, más precisamente, al atelier de Brancusi, escultor rumano cuya obra es la vértebra del poema, como en el segundo, Santa Isabel, lo será la curandera del pueblo.

Se dice que Brancusi fue caminando desde Rumania hasta París, donde fue lavacopas; que era amigo de Modigliani y de Erik Satie. Estos elementos aparecen en toda la trama del poema: los soldados rezan, se pregunta si cantan. De cualquier modo, son formas de resistencia; el canto y el rezo, se aúnan y confunden como modos de resistencia en Brancusi, que cantaba en iglesias ortodoxas.

En este primer tramo del poema cuando Entre esas voces, una busca la columna por donde suben los muertos, se encuentra la primera demarcación de ese espacio poético, ese irse de la voz es RSI, esa voz va a otro lugar: un predio de clima onírico, delimitado por la fina línea entre la vigilia y el sueño. En ese entresueño, esa zona es donde acontece la poesía de RSI. Es una zona donde no se sabe si el día desaparece o regresa y todo es gris y reciente. En ese topos no hay ciudades, solo largas escalinatas para los amantes o heridos. Y los jóvenes caminan hacia el mismo lugar.

Ese límite está hecho de una textura casi impalpable: la seda, o el papel de fumar (p. 35)

Es un territorio que es terroso y terrorífico. La belleza es al mismo tiempo amenaza, o pesadilla, con la sugestión de ese viaje de la Alicia de Carroll al país de los personajes de inocencia tan monstruosa. El poema nos permite una nostálgica vuelta a las delicias del terror infantil: soldados sin sombra, novias arrojadas al fuego, una curandera que habla en lenguas.

Es también un lugar donde hace hace frío. Los días son azules y caen como nieve (p. 9). Es noviembre (p. 15) y en su país la nieve quiso quedarse en el parque (p. 17).

También se debe a Brancusi la presencia de la piedra: la luna siempre ha sido una piedra colgante. Un pez gris de piedra (p. 29).

Y la marca en el orillo, el Cutró auténtico, el luminoso, aparece en las felicidades de la luz: entre lo gris, las casas quemadas, el dolor de la memoria, -esa memoria que el piano no quiere-, la novia que separa luz para otras felicidades, y la otra envuelta en papel de fumar (p. 35) . Y al final los soldados sonríen en la lluvia, huyen del entierro (íd.).



El segundo poema que compone el libro es Santa Isabel. Es, se sabe, el lugar de infancia del poeta. Se construye en torno a la figura de la curandera del pueblo. La curandería es un acto equiparable al arte por cuanto es secreta, subversiva, y su apariencia externa es, como el oficio del arte en el caso de Brancusi, un ritual de resistencia. Aquí hay que decir que esto tampoco está librado al azar porque la poesía para Cutró es eminentemente un modo de resistencia. Según el poeta lo suyo es “la lucha con las palabras, el trabajo con el lenguaje”. Su valor, junto a la mirada exquisita, consiste en el ejercicio de la poesía como forma de combate con y desde el lenguaje. Cuando dice el tiempo sube, cambia de lugar, se anima a la inabarcable semántica de dos palabras –tiempo y lugar- separadas solo por otras tres. Un poeta que hace ese uso del lenguaje es un poeta que puede llegar caminando desde Rumania a París.



Los furtivos


Con la primera lluvia

la sombra helada

dejó la casa



y se encuentran

bajo limones llovidos



se besan brevemente



después borran todo rastro

de la siesta

sábado, 19 de mayo de 2012

De Este libro, El Ombú Bonsai, 2012

Una buena noticia: hay historias y autores y libros que van a acompañarlos siempre.


Tengo más de cuarenta años, es decir que soy una vieja, y cuando estoy en la cueva vuelvo y vuelvo a Lewis Carroll, un escritor inglés que vivió allá por el 1800; era además profesor de matemática. Y a pesar de que con todo eso hubiera debido ser un hombre aburrido y serio, él desafió a su época y sus pares con un lenguaje que influyó en la literatura posterior. Estos textos pertenecen a Alicia en el país de las maravillas, una hermosa historia que Carroll contaba a Alicia Liddell y sus hermanos navegando en un lago, en tardes brillantes y apacibles. Eso le valió el enojo de los padres Liddell, quienes lo expulsaron de la familia. Siendo Alicia, adulta, casada y con hijos, ella y Carroll siguieron escribiéndose.

No puedo nombrar al traductor porque extraje el texto de un viejo libro de infancia al que le faltan hojas, además de las leyendas con fibra que imprimió mi hermana menor, como Heidi Heidi Heidi, tal vez era su modo de protesta, ahora que lo pienso, debía gustarle más la niña de los Alpes que Alicia.

Eres viejo, Padre Guillermo

Eres viejo, Padre Guillermo –dijo el joven-,

Y el pelo se te ha puesto blanco;

Sin embargo, insistes en pararte de cabeza…

¿Te parece bien eso a tu edad?



Cuando joven –replicó el Padre Guillermo a su hijo-

Temía me dañase el cerebro;

Pero ahora, seguro que no me queda ningún seso,

Me doy el gusto de hacerlo todo el día.



Eres viejo, como ya te dije antes,

Y te has puesto extraordinariamente gordo;

Con todo, has dado una vuelta de carnero hacia atrás.



¿Cuál es la razón de todo ello?



Cuando joven –dijo el sabio, sacudiendo las canas-,

Conservaba ágiles todos mis miembros.

Usando este ungüento –veinte pesos el frasco-.

Permíteme venderte unos cuantos…



Eres viejo –dijo el joven- y tus dientes, aparentemente,

Son débiles para algo más duro que la manteca,

Pero te has comido todo el pato, con los huesos y el pico.

Por favor, ¿cómo has logrado semejante cosa?



Cuando joven –dijo el padre- estudié Derecho

Y trataba los casos con mi mujer;

Eso dio fuerza muscular a mi quijada,

Que me duró por el resto de mi vida.



Eres viejo –dijo el joven- y parece imposible

Que tu vista sea buena como antes,

Pero mantienes a una anguila en equilibrio

En la punta de la nariz, ¿cómo eres tan hábil?



He respondido tres preguntas y ya basta-

Dijo el padre-. No te des airetes,

¿Crees que puedo escuchar todo el día

Tantos disparates? ¡Fuera! O te doy un puntapié

Y te mando escaleras abajo.



Pasé por su jardín



Pasé por su jardín y vi con un solo ojo

Que el Búho y la Pantera compartían el pastel:

La Pantera comía la corteza, la salsa y la carne,

Mientras el Búho obtenía la fuente como parte del banquete.

Cuando el pastel estuvo terminado, al Búho,

Le regalaron generosamente el cucharón

Mientras la Pantera obtuvo cuchillo y tenedor

Con un gruñido concluyó el banquete con…

jueves, 16 de febrero de 2012

Hora del té



(tres malpuemas nacidos en Cachivache, nuestra casita de té)



Indian delight



La carta promete


peras de otoño


jengibre y pimienta


en la taza reposa


el colador de té


como un pez espera


dormido


la caída del último grano de arena violeta.




Variedades


Té negro


té verde


infusiones


una rama de canela


perfuma tu viaje a Macedonia no sido


te abrazo en el pasillo


te guardo de la noche que te llevará.





Las acuáticas


Sumerge las hebras


tres veces


como si fuera


tres mujeres distintas.