viernes, 16 de marzo de 2007

LA INCONSCIENTE ALEGRIA DE LOS TOMATES II (Amanda va al teatro, esta vez va sola)

Escena V: Entrevista al clasificador de tomates.
Personajes: Reportero y clasificador de tomates. El reportero de espaldas; el clasificador en tono monocorde.
R- Y dígame, ¿a qué se dedica?
C- Soy perito en técnicas de clasificación de tomates.
R- Cuántas clases de tomate conoce?
C- Tomates redondos, tomates peritas, tomatoes, verdes fritos, Hang on little tomato, Tomatito, Tomate culposo en lata derechista, ... infinidad de clases, me comprende?
R- Es una actividad remunerada?
S- Por supuesto. La gente cumple con sus impuestos.
R.- No se aburre?
S- Jamás. La gente cumple con sus impuestos.
R – Es un trabajo interesante entonces.
S – Mucho. La gente cumple con sus impuestos.
R- Además de clasificarlos, desempeña alguna otra función?
S- Obvio. Muchas otras.
R- Por ejemplo...
S- Los convenzo.
R- Los convence?
S – De su destino en la vida. No todo tomate está prendido en la mata y viene un señor pusilánime y lo mete en una lata. Hay tomates cuyo fin en esta tierra es menos previsible y es ahí donde intervengo, se da cuenta?
R- Más o menos.
S- Más o menos sí o más o menos no?
R- Más o menos no.
S – Verá: el tomate común y corriente (excepto el infrecuente caso del tomate lúcido que ha asumido su esencia ontológica) ignora por completo su naturaleza. Este fenómeno ocurre en todos los seres vivos, incluido el hombre. ¿Acaso sabe la vaca su propia vaquidad? No señor, no la sabe. Ni siquiera la sospecha. Pero allá ella, eso es harina de otro costal. Trabajo tal vez del perito clasificador de vacas. Mi misión es el tomate, interiorizarlo de su intrínseca tomatez.
R- Puede explicar en qué consiste la tomatez?
S- No es fácil si el interlocutor no es tomate. Pero le puedo decir que tiene que ver con el absurdo de la existencia del tomate. Así su función fuera integrar una salsa, una ensalada, estar relleno o aporrear malos actores, su vida es básicamente absurda.
R- Por qué?
S- Porque no puede dejar de ser tomate.
R- Nunca?
S- Sí, pero sólo con la muerte. He ahí el sentido de la existencia del tomate: se define en su misma muerte.
R- ¿Qué le gustaría ser si no fuera clasificador de tomates?
S- Claquista.

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