domingo, 6 de mayo de 2007

LA CLASIFICACION DE LAS ESTOLAS- Teatro para telemarketers

(Corvus está concentrado en la clasificación de estolas. Glauco y la Anfitriona toman el té)
Anfitriona (observando el procedimiento de Corvus): -¿Otro té?
Glauco: -Por favor. Gracias.
Anfitriona (a Corvus): –Otro té? (Corvus no escucha) Creo que entró en trance estolar. Últimamente está muy ocupado en la clasificación de estolas.
Glauco: -Y no es para menos. Siguen apareciendo más y más.
(Pausa).
Anfitriona: (Suspira, conmovida): -Es tan amable con ellas. (A Corvus): Un merengue? (Corvus sigue absorto en la clasificación).
Glauco: -Estuve observando la conducta de las estolas. Empiezo a entender el método: a cada color corresponde una clase distinta de estola. (Extrae de su bolsillo un papel y lee): “las hay: marabuntáceas, que son violetas y quisquillosas; diminutivas, suaves y apacibles; soporíferas, las que serán arbitrariamente asignadas en adopción a Corvus”.
Anfitriona: -Podríamos colaborar. Comprar nuevos rótulos. O guardar algunas en cajas.
Glauco: -No es fácil. Cuanto más se ocupa en ordenarlas, más se desordenan. Son insurrectas por naturaleza.
Anfitriona:-Incorrectas por naturaleza.
Glauco: -No llega muy lejos con ese método. Algunas veces para abreviar arroja familias enteras de estolas debajo de la mesa.
Anfitriona:-No debería darles tanta importancia. Siempre es más edificante tomar el té.
Glauco: -Qué hora es?
Anfitriona:-Y media pasadas (le sirve más té).
Glauco: -A veces les cuenta historias. Ficciones de viajes, de lugares remotos.
Anfitriona: -Hace bien. A ellas debe gustarle mucho.
Glauco: -Les encanta. Las estolas (no todas) viajan. Eso simplifica el censo. En épocas de vacaciones él está más aliviado. Hace unos días recibió una postal: era de una estola que vive en Singapur. Se fue hace tres años. Envía cartas. Las firma como María Rosa de Singapur, pero es ella. El lo sabe. A veces creo que la extraña. Aparte ella es de las diminutivas, que no abundan.
Anfitriona: -Caros los pasajes?
Glauco: -Para nada. Hay poca demanda. Además son pasajeras muy agradables: ceden el asiento. Dicen “sí, gracias”, “cómo no”, “por favor”. Si entre los pasajeros hay niños, ellas colaboran activamente con las madres, les ayudan a vestirlos, los peinan.
Anfitriona:-Eso es importante. Tarea nada fácil supongo.
Glauco: -Complicadísima. Las madres suelen insistir en atavíos poco adecuados para los niños. Una vez vi uno con un tapado paquidermo.
Anfitriona: (Reflexiona masticando un bocado): -Imagino los reproches maternales.
Glauco: –Las madres son muy imaginativas a la hora de elegir ropa para los menores de edad.
(De pronto Corvus empieza a recitar para el público. La Anfitriona se calza unos patines y gira alrededor de la mesa sirviendo té en distintas tazas. Glauco toma nota de lo que va diciendo Corvus):
Corvus: -Condiciones elementales para una óptima clasificación: tener buena memoria, pulso suave y tres líneas de fiebre. Respirar. Disponer de sombrero. Respirar. No olvidar que no viajan si no son favorables las condiciones climáticas. Actualizar los rótulos. Organizar las cajas. No olvidar: riguroso desorden alfabético. Respirar. Como si ellas fueran lo importantísimo del mundo. (Vuelve a la actividad estolar).
Glauco: -Estos datos son fundamentales. Prometo que en poco tiempo podremos intervenir. Bajo su dirección, claro.
Anfitriona: -Nunca intentamos con un disco.
Glauco: -Sin embargo siempre hubo música. Lo que nunca intentamos es un buen método de persuasión. Ud. debe ser muy buena para eso.
Anfitriona: (Halagada): -Más té?
Glauco: -Qué hora es?
Anfitriona: -Ud. debería ocuparse en la clasificación. Sirve para soportar la ausencia.
(Glauco no responde. Pausa). Basta, no piense más. Nada garantiza que va a volver. Vamos.
Anfitriona: (Empieza a colaborar con Corvus en la clasificación, que va tomando cierto ritmo)-
Vamos. Empecemos con las marabuntáceas.
Glauco: -Qué hora es?
Anfitriona: -Y veinte. (Clasifica). Uno, dos, tres, cuatro.
Corvus: - Uno, dos, tres, cuatro.
(Los dos personajes siguen con la cuenta de cuatro, superponiéndose entre sí y a Glauco).
Glauco: -Cómo hago con esta ausencia. El hueco negro de los párpados. Mi único recurso: saber que en algún lugar está. No consisto en nada, no soy nada sino en esos lugares. Mis absurdos colores de otra época, el plumaje difuso ante sus ojos. Ahora, qué tengo? Tengo frío. Tango. Frío. (Pausa. Glauco queda observando a los clasificadores, hasta que se suma a la clasificación): -Uno, dos, tres, cuatro.
Clasifican todo lo que pueden hasta el apagón.

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