martes, 27 de marzo de 2007

HABITACIONES VACIAS

Hoy fui egoísta y pringosa y claroscura. Por qué decía esas cosas no lo sabía. Pero en la manera en la que todos me miraban podía ver que era así, no podía evitarlo y por lo demás para qué evitar qué si igual la lluvia tenía razones que nos eran ajenas, no había qué hacer, ni qué paraguas ni piloto ni botas de plástico amarillo.
Sé de eso. Sed de eso tal vez. Siempre a destiempo.
Tuve tres tajos hoy. Y ni siquiera estabas, durazno azul del tiempo.
Los ejemplares constan en su sitio.
Pero además, fijate, todos duermen. Todos sino yo.
Y llueve tanto. Algunos dejan su casa, disponen pertenencias en bolsitas de supermercado.
Mientras tanto veo sólo agua en las alcantarillas.
Algunos dejan su casa y sus racimos. Pero mi único problema es que se mojan mis zapatos. Sigo: soleros, munafos, anoto todo y vos un no ahí un nunca no siendo.
Hace falta tanto para dos dados, un acertijo y después nada otra vez todo y así sucesivamente, tanto hace falta?
Digo esto porque no encuentro otra posibilidad.
Y no quiero hablar de cuestiones concretas, sombra mía. Para eso tengo certeros señores y hago un esfuerzo.
Pero hoy llueve tanto y tres heridas sabidas de antemano -y digo tres por decir un número y pensar así herida mensurable en algo- y que las urracas se han ido a dormir cómo cierro las puertas si pienso tanto en que hay habitaciones vacías a las que no entraremos jamás.

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